NOTA: MELANIE RODRIÍGUEZ

Nicolás Daniluk, integrante del grupo, abordó la experiencia que significó realizar Ley de Gravedad, la importancia de espacios paraculturales, y su relación con los seguidores.

Cuando Las Bodas Químicas se presentó en Niceto Club durante marzo del 2020 no imaginaban, como ninguno de nosotros, que una pandemia azotaría al mundo y que sus planes tomarían, obligadamente, una dirección distinta. En febrero de ese año, habían terminado de grabar su cuarto disco de estudio, Ley de Gravedad y empezaban a calentar motores con algunas canciones en vivo, mientras esperaban la presentación oficial en mayo. Finalmente, el cuarteto porteño tuvo su revancha en marzo de este año en el CAFF (Club Atlético Fernández Fierro), sede de la Orquesta Típica Fernández Fierro, un espacio de resistencia contracultural.

La cuarentena los encontró activos a través de la virtualidad: reversiones hogareñas de algunas canciones y el lanzamiento de Prisionero, con la participación de Piti Fernández (Las Pastillas del Abuelo) y El Plan de la Mariposa.

Sin embargo, fieles a su esencia de mostrarse activos, en junio presentaron el videoclip oficial que es homónimo al disco y que cuenta con la colaboración de Sergio Dawi en saxo, quien es, en palabras de Nicolás Daniluk (batería), un compañero de aventuras.

Daniluk charló con Dale que sos rock sobre el presente y futuro de la banda.

¿Cómo fue la vuelta a los escenarios?

Siempre creímos que lo fundamental es atravesar esta situación de una forma activa, ese es un ejercicio que todes deberíamos tratar de llevar a cabo, por eso durante la cuarentena hicimos varias cosas, pero tocar en vivo es una experiencia que significó un desahogo para nosotros, pese a las dificultades que continúan. Fueron jornadas muy intensas y reencontrarnos con el público es una sensación que resignifica el valor de realizar esta actividad que nosotros añoramos desde siempre.

¿Cuáles fueron las claves para seguir creciendo con Las Bodas Químicas durante estos tiempos de encierro?

Hay un aspecto fundamental que aflora en estas circunstancias y es que el deseo que uno tiene como pulsión de vida cobra un valor y una importancia mayor. Yo creo que hay algo en la faceta de lo artístico que tiene que ver con un matiz inclaudicable: encontrar justificaciones para desarrollar las actividades artísticas solo  por el hecho de que sean exitosas o den un rédito es algo que se entiende, pero el verdadero motor para llevar adelante una actividad artística es justamente esa pulsión creativa, esa necesidad de expresión,  y  los momentos complejos son un terreno muy fértil para la inspiración. El estiércol es un gran abono, ahí surgen flores, vida y pulsiones que llevan a atravesar cualquier dificultad, mientras se pueda estar vivo, porque eso es lo principal, sobre todo en un contexto con tantas pérdidas humanas. En el aspecto creativo, me parece que hay una necesidad de profundizar en esa búsqueda de expresión y es también un intento por mantener la cordura, porque el arte es un canal fundamental.

Escuchándote, asumo que no fue fortuita la elección del espacio para la vuelta a los escenarios

Elegimos el CAFF porque es un espacio que cuenta con cierta mística y una lógica que creemos es importante validar: los clubes de música están pasando un momento muy complejo. Nosotros somos adeptos a tocar en todo tipo de escenarios, pero elegir tocar ahí tiene que ver con la defensa del sector más independiente de la cultura, que es el que defiende lo paracultural y conserva el misticismo de los escenarios de los 80 y 90, y que atraviesa muchas dificultades.
Al mismo tiempo, al no pertenecer al circuito mainstream, nos resultó más fácil armar una escenografía acorde a lo que teníamos pensado para la presentación del disco, tuvimos libertad para intervenir el espacio y eso puede apreciarse en el videoclip.

Nicolás Daniluk es integrante de la Cámara de Clubes de Música en Vivo, un organismo que siempre luchó inclaudicablemente, pero más aún en los últimos tiempos, para lograr que estos recintos sobrevivan.

¿Las Bodas Químicas buscan usar el arte como una herramienta de defensa?

En cuanto a la forma en la que llevamos adelante las gestiones para tocar y expresar las necesidades del sector sí, somos activos en la defensa de la actividad.  Pero los mensajes a través de la lírica son amplios: en ese punto Las Bodas es, generalmente, un grupo más metafórico, estamos en la búsqueda de dejar siempre caminos abiertos a la interpretación, para que haya un juego de apropiación con el escucha. Aunque tenemos canciones muy  directas que ponen taxativamente bajo la lupa cuestiones específicas, intentamos mantener un matiz poético que llame a una recepción diversa, porque nos parece una cuestión muy interesante en el desarrollo de la relación con el público.

Debido al contexto que vivimos, ¿crees que las canciones pudieron haberse resignificado?

Pienso que todo se ha resignificado y Ley de Gravedad no es la excepción, de por sí el concepto es una idea que enmarca la existencia y el desarrollo de las comunidades y de la sociedad toda, la realidad de convivir entre seres humanos y en relación con la naturaleza y los seres humanos, algo que es muy complejo. Pero en principio, antes de la pandemia, digamos, tampoco es que veníamos del todo bien, ¿no? Bueno, es por esta búsqueda existencialista y poética que nos hemos encontrado siempre en situaciones de resignificación necesarias.

Bien podría haber sido un disco gestado durante la pandemia y no previo a ella…

En algún momento me preocupe por cierto matiz de premonición: nos pasó también con el disco anterior, Juguete de Troya, que enmarcaba la idea de que el mal nunca viene expresado de manera literal, sino que siempre se camufla en un regalo o en una oportunidad y  bueno, ahí nomás nos encontramos con periodos económicos y sociales un tanto complejos, que un poco el disco anticipaba. Ahora nos vuelve a suceder con Ley de gravedad. Esperemos encontrarnos en un futuro cercano con un disco que anticipe momentos más virtuosos.

Este disco es un poco más “rockero” que el anterior, ¿qué otras diferencias o similitudes encontrás entre ambos?

Sentimos que a partir de Juguete de Troya los discos representan la esencia del grupo en vivo. Quizás en Ley de gravedad sea una versión de nosotros un poco más filosa a nivel sonoro, pero que también propone muchas aberturas de colores. Hay canciones como Érase o Urge, que sin duda son una descarga. Tenemos canciones más sentidas, como Rebel, que igual tiene bastante peso sonoro. Siento que ambos discos tienen en común el trabajo en una síntesis estética, menos rebuscada, para llegar de manera más directa al sentido de la canción, lo que no significa que no haya un proceso de laboratorio porque tenemos esa naturaleza de autoproducirnos, pero nuestro productor  Ale (Vázquez) nos ayuda a no tener tantas capas en la cebolla, tanta máscara, y tratar de ir directo  a la esencia de las canciones, me parece que los dos discos tienen esa búsqueda y eso es lo que los hermana.

Nico no tiene dudas: el mejor disco siempre es el próximo y dice estar muy contento con todos los hijos que tuvieron hasta ahora. “Soy fanático de Ley de gravedad y la canción que más me toca es Érase, un tema que pone en valor el tiempo desde otro ángulo, no tan circunstancial, sino para poder entender las evoluciones naturales de los ciclos de la vida.”

Con la mirada puesta en un futuro cercano, Las Bodas Químicas ya están pensando en trabajos venideros mientras esperan el retorno a los escenarios y siguen compartiendo con nosotros pequeñas muestras de Ley de gravedad