POR MICA MARCZUK

Mica es una observadora que te transmite hacia lo lugares donde ella estuvo por amor al rock. En esta entrega te cuenta lo que vivió en La Fábrica de Lanús.

Hace dos fines de semana fui a ver unas banditas. No crean que uso el diminutivo porque sean poco, sólo lo digo para que suene under.

Por una razón o por otra, de todas las fotos que saqué no quedó ni una. Y por una razón o por otra tardé mucho en reescribir lo que había empezado con un boceto in situ, ahí en el mismo lugar donde escuchaba y veía, escribía. Pero a contra reloj y con las disculpas del que llega tarde, les traigo la nota.

Pedí un cenicero y con cara rara me dijeron “tira la ceniza en el piso “. Así empezaba una noche que me invitaba a escuchar reggae y rock, pero yo estaba ahí por lo segundo… el bendito rock. La ubicación -leáse con voz de gallega- es en: Sarmiento 1710, Lanús Este, denominado La Fábrica cultura & comunicación y la fiesta que nos reunía esa noche Rebel Jam.

Después de unos temas que te dan ganas de cerrar los ojos y no volver al mundo, de la mano de unos chicos de anteojos que dicen denominarse Elton Fonk -quienes son como el amigo que no es del grupo pero se junta con todos porque toca siempre en La Fábrica-, pasamos al reggae con Barrio Chino. Bailamos unos buenos temas, para que llegara lo prometido: el rock de la mano de Tomacoo; la banda la integran Alejandro Patanó en guitarra y voz; Fernando Pérez en batería; Rodrigo Noya en bajo y coros.

 

 
Ale se movió toda la previa cual quinceañera en su fiesta. Tengo dudas… o conocía a todos o pobre gente. Repartieron volantes, dijeron que iban a empezar y esperamos escuchando otras canciones random pero no tanto de rock. El ambiente se respiraba tranquilo pero intenso, el lugar tiene su estilo y cuando no sonaba ninguna banda el DJ tiraba una tras otra.

Cuando salieron a tocar, el escenario resaltaba por sobre otros: cadenas blancas agarradas a la pierna, un globo terráqueo en el piso y dos vasos de plástico de cerveza bien ubicados. No queremos que nadie se deshidrate, claro. Tocaron temas como Ese peón es la queja de los trabajadores, furioso hombre ebrio, de su primer disco Es rock y algunos covers como Beat On The Brat de Ramones, Alma de Budín de Divididos y Niño Soldado de Ska-P.

Nos hicieron mover la cabeza, eso era rock o era punk o eran los dos, pero estaba bueno.

Una buena onda que se dejaba respirar, en la fábrica donde pedís fecha y tocas (con el plus de que los que vamos a chusmear no pagamos para entrar) la noche que aparentaba terminar temprano se extendió hasta las cuatro y media -pasadas, siempre pasadas-.

 Me contaron que tienen en la cocina un tercer y tal vez un cuarto CD, los cual vienen amasando hace un tiempo y esperamos que el año que viene los traigan a la mesa. No va a haber falso asado. En el mientras tanto, tenemos su página con los dos CD’s ya cocidos para deleitar los oídos  (www.tomacoo.com.ar). Para los modernos o los que no se quieren perder las fechas en las que se presentan, habilitaron un insta (tomacooarg).


Volví a casa en Uber después de haber tirado mucha ceniza al piso. La sonrisa se dejó notar.  

 

Así, a fin de cuentas, fue una gran noche under -o Ander, para los exquisitos-.