Tras su exitoso regreso a los escenarios en Bahía Blanca, Luceros El Ojo Daltónico volvió a Buenos Aires para presentarse en Rockin Music Bar y darnos un adelanto de su nuevo disco A lo bonzo.

Por Mel Rodríguez

Fotos por Leo Coca

El objetivo del 2020 para Luceros El Ojo Daltónico era la presentación de su disco de estudio, pero la pandemia y la cuarentena cambió sus planes y aprovechó los meses de encierro para ultimar detalles, componer y proyectar el futuro de la banda. 

Aunque reconocen la influencia de bandas punk noventosas como Embajada Boliviana y A77aque, hoy en día se definen como una banda de rock clásica, casi ortodoxa, que se siente bien con lo que hace. “Muchas veces decimos que somos una banda de rock pop, buscamos ser populares, no hay que tenerle miedo a eso”, sostiene Ignacio Boyo, vocalista y compositor.

El grupo de Bahía Blanca volvió a tocar en vivo, en su tierra natal y con entradas agotadas. Fue el primero en activar el protocolo para shows presenciales en la ciudad y su público de siempre se hizo presente para acompañarlos en las funciones del 25 y 26 de febrero pasado. El primer fin de semana de marzo se presentó en Capital Federal y adelantó “Alunizando” y “Chau Sofía”, los cortes de difusión de su próximo disco.

Ignacio nos dijo, en diálogo con Dale que sos Rock, que “lo disfruté un montón pero no es lo mismo: la gente tiene que estar sentada, con barbijo. Y además nosotros veníamos de tocar en lugares donde entran 3000 personas con banderas y papelitos, y esto fue mucho más formal. Pero tiene que ver con aggiornarnos como artistas: es un teatro, tenés que hacer otro tipo de show, más distendido, hablar más con el público, fue distinto pero lindo“.

Tuvieron un año productivo, a pesar de la pandemia, ¿cómo fue el proceso creativo del disco?

Por suerte la parte de preproducción ya la teníamos casi armada, yo tenía que retocar algunas letras, pero no fue todo el proceso en pandemia, se convirtió en eso cuando nos dimos cuenta de que no íbamos a poder sacar el disco como queríamos.
Volvimos a ensayar en septiembre, pensando en un streaming que finalmente hicimos en diciembre. Yo pensaba que era más fácil y  después me di cuenta que nos habíamos metido en camisa de once varas, si me lo das a elegir como formato no me gusta, no lo repetiría, más allá de que salió hermoso, pero fue lo único que le pudimos dar a nuestro público durante el año. 

Pero supieron aprovechar el tiempo, contanos sobre la presentación de los temas nuevos

Son canciones que no salen del molde, tienen mucho que ver con nuestro sonido, lo que sigue en el disco va a ser un poquito más raro, pero acá mostramos lo clásico, lo que tiene que ver con el pasado de Luceros. “Alunizando” es un tema muy radial y tiene un estribillo pegajoso. “Chau Sofía” fue una calentura nuestra: venimos de haber tenido bandas punks, y hoy Luceros claramente no es una banda punk pero viene desde el sentido de pertenencia que uno busca cuando es chico, y nosotros íbamos más para ese lado, entonces la canción es como sentirnos pendejos de vuelta. Lo tocamos el otro día y nos dimos cuenta de que no estamos para seguir haciendo esto, es muy rápido, exige (RISAS).

¿A qué te referís cuando decís que el disco se pone “más raro”?

Esta vez nos pintó hacer lo que queríamos, dejamos de ser condescendientes y de pensar en lo que el público quería recibir para plantearnos “nos gusta este tema, desde chicos escuchamos Nirvana, Pearl Jam, hagamos un grunge”.  Es muy ecléctico, todavía no sé cómo lo van a recibir, pero tratamos de buscar climas, que haya movimiento, no que sea algo uniforme.

¿A qué se debe el nombre del disco?

Partiendo de la premisa de que tenemos un nombre muy largo, no nos podemos dar el lujo de tener nombres de temas muy largos y “A lo bonzo” me sonaba contundente. Las canciones de este disco tienen muchas referencias al fuego y además, ya estamos cerca de los 40, así que si teníamos que tener un último dejo de rebeldía y de protesta era este disco, entonces “A lo bonzo”, que también es una señal de protesta, nos pareció que era acertado, el último grito de euforia y adolescencia.